En el mundo actual, aprendemos a separar nuestra vida personal de la profesional o laboral, para que no se afecten mutuamente.
Nos ocupamos de nuestra salud mental independientemente de nuestra salud física y creemos que el médico no puede confiar en las flores de Bach sino en los antibióticos.
Diferenciamos las cosas serias de las divertidas; el Arte y la Cultura de la artesanía y la cumbia; los buenos de los malos; los lindos de los feos.
Consideramos que los alumnos aprenden y que los profesores enseñan, por lo que no buscamos el saber de un estudiante, ni pedimos al profesor que aprenda de su discípulo.
Los festejos comunales ya son escasos y las fiestas se resumen en Navidad con los tuyos y Año Nuevo con los míos.
Nuestra ciencia fracciona el conocimiento en áreas o disciplinas casi inconexas, de tal forma que luego necesitamos conceptos como multi/inter/intra–disciplina para volver a re-unir lo que antes habíamos fragmentado.
Sin embargo existen, afortunadamente, grandes pensadores que buscan la integración entre el pensamiento científico-técnico de Occidente y la cultura milenaria de Oriente.
Y madres que además son amas de casa, mujeres seductoras y profesionales exitosas. Y hombres que se permiten ser vulnerables y llorar de vez en cuando.
Y seres maravillosos como Leonardo Da Vinvi que se animó a ser escultor-pìntor-inventor sin darle mucha importancia a eso de que “el que mucho abarca poco aprieta”.
Y arquitectos lúcidos como Lucio Costa y Oscar Niemeyer que para crear Brasilia llamaron a amigos médicos, periodistas y escultores entre otros para que las conversaciones sobre la futura ciudad fueran variadas.
Y corrientes políticas que intentan superar la dicotomía entre mercado y Estado, que dividió al mundo en una guerra fría durante casi 50 años.
En Arroyo San Juan, todo se encuentra. Los amigos pueden ser socios; la familia, cómplice; los vecinos, alumnos; y la persona que se ama, compañera.
Aunque todas sean necesarias y valiosas, nos gustan más palabras como incluir, integrar, reunir, entrelazar, articular, antes que otras como discriminar, aislar, excluir, separar o desmenuzar.
Aquí la rehabilitación ecuestre conversa con la astrología; los psicólogos opinan sobre actividades turísticas; las huertas orgánicas conviven con la gestión de organizaciones sociales y la fotografía se alía con la belleza natural del espacio abierto. Luego de una mediación comunitaria puede tener lugar un taller sobre voluntariado o responsabilidad social empresaria. Encuentros de pueblos originarios o de tercera edad aprovechan los mismos espacios que fiestas infantiles y la cultura de paz intenta filtrarse en cuanta actividad alberguemos.
En este lugar, está permitido ser un todo integral: retomar la idea de que somos personas completas, que no se fraccionan en porciones de sí mismas, que atienden a la emoción y a la razón sin pretender que ambas no conviven en un mismo ser humano.
Aquí se descubren, compartiendo, todo tipo de personas, intereses, proyectos y actividades. Como en la vida misma. Por eso decimos que Arroyo San Juan es un Lugar de Encuentro.